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Foto del escritorXavier Pineda Buendia

El futuro del asesoramiento jurídico

Mucho se ha dicho y mucho se está diciendo sobre el futuro del asesoramiento jurídico, el futuro de la abogacía. Esta semana he leído varios artículos de opinión al respecto, uno de los cuales profundizaba en la formación comercial de los abogados, formación para la que muchos no estamos del todo preparados, porque ni se dan esas nociones en la carrera de derecho ni en las escuelas de práctica jurídica, lo que nos sitúa ante un futuro confuso, puesto que parece que el mercado viene exigiendo algo, un plus, para el que muchos no estamos del todo preparados. Es aquí en donde entran muchos expertos en marketing, con la intención de trazar esas líneas para intentar potenciar una actividad a la que le cuesta adaptarse a los cambios. En efecto, muchos son los juristas a los que les cuesta adaptarse a según que cambios y como muchos, no tengo formación alguna en temas de marketing, ni comerciales lo que, en opinión de esos profesionales, podríamos decir que podría ser como un caminante en la profesión jurídica, al no ser un experto en marketing. Sin perjuicio de que esa tarea pueda confinarla a terceros, si que tengo mi opinión personal hacia un nuevo futuro de la abogacía y todo ello visto desde el punto de vista profesional. Llevo mucho tiempo pensando en cómo mejorar la abogacía, como idear un nuevo sistema profesional o método y llevarlo a cabo. Soy consciente que el perfil básico del abogado es aquel que está en un despacho, por su cuenta, o en un bufete, autónomo o en la mutualidad, pero mi percepción de la profesión del abogado va mucho más allá de los criterios del tribunal de justicia europeo sobre la independencia de la profesión y entiendo también incluido al abogado de empresa, a aquel que está por cuenta de terceros, y es este perfil, por el que más conozco, el que veo más difícil de cambiar, modificar, porque siempre habrá una última decisión que será la del propio empresario a quien el abogado debe rendir cuentas. Pero no quiero vincular esos cambios al criterio de la independencia profesional, sino al título individual, es en ello en donde la formación deja paso hacia la actitud del propio profesional y es ahí en donde creo fundamental introducir ese cambio y en dónde deben aparecer esos inputs necesarios que hagan diferenciar la profesionalidad individual del resto de la tendencia del mercado. Las prestaciones, la inmediatez y fluidez de información, la proximidad con el cliente, todo ello debe contribuir a mejorar la relación de un profesional que debe dejar el típico nido o despacho, sin perjuicio de mejorar las prestaciones sin temor alguno, como es la introducción de nuevos medios de contacto, informar y conceder una máxima claridad y sinceridad con el cliente, todo ello debe sumarse a todas aquellas prestaciones que continuamente vamos dando a todos y cada uno de nuestros clientes, intentando y siendo capaces de fidelizarlos. Pero evidentemente esta practica deja una cosa en entredicho y es la capacidad de captar a nuevos clientes, fuera del típico boca a boca del que estamos acostumbrados y es ahí en donde debemos incidir mucho más, a nivel intrínseco, ver nuestras capacidades y ver como mejorarlas y para ello debemos conocer todos y cada uno de nuestros defectos para poder erradicarlos. Y ello, así como las formas de captación, serán objeto de otro Post.

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